Resumen
La tendencia a integrar la producción artística en el cuerpo de la investigación académica, aunque de diferentes modos y con pertinencia variable, ha crecido considerablemente. Esto ha sucedido, en muchos casos, por factores coyunturales en que los artistas –debido a su “nueva” condición de docentes universitarios– se dedican a estudiar su propio trabajo artístico, esto es: cómo se preparan (a nivel musical, técnico o psicológico), cómo ensayan, cómo producen sentido, cómo crean sus narrativas emocionales, cómo las ejecutan, o cómo son percibidos y/o apreciados por sus audiencias. De esta manera, estos estudios contribuyen a la comprensión de los procesos creativos y del ritual de la performance y se encuadran en el ámbito de una subdisciplina de la musicología denominada “Estudios en performance”. Algunos artistas, sin embargo, al focalizar en los inextricables aspectos de la experiencia estética –poiesis, aesthesis, catarsis– asumen una investigación en la cual la práctica performativa es un componente esencial tanto del proceso como del resultado de la investigación. Esta nueva realidad, que podemos denominar “Investigación en performance”, resulta así de una fractura del modelo epistemológico de los “Estudios en performance” y encuentra grandes afinidades con el área emergente de la Investigación artística, obligándonos a repensar conceptos tales como los de “conocimiento”, “investigación” y “validación”. En este marco teórico la noción de embodied meaning resulta crucial.